jueves, 18 de agosto de 2011

Diferentes niveles de consciencia

Diferentes Niveles de Conciencia o Dimensiones





La realidad del mundo físico, que es la que conocemos a través de nuestros cinco sentidos, no es la única. Todo en el universo esta formado por energía que vibra de diferentes maneras y frecuencias vibratorias, lo que da como resultado diversos niveles de existencia tan reales como este. "Hay muchas mansiones en la casa de mi Padre" dijo Jesús, refiriéndose a los diferentes niveles de conciencia o dimensiones que van desde el mundo físico hasta El Creador. Los llamados muertos sólo cambian de realidad, no van a ningún lugar, son mundos interpenetrantes como los diversos cuerpos del ser humano en el que cada cuerpo vive y actúa en una dimensión diferente.
Al referirnos a los diferentes niveles de conciencia o dimensiones, se entiende que se trata de etapas que hay que franquear en las que en cada una se adelanta en las cualidades del Ser Supremo que están latentes en nuestro ser. Las diferentes dimensiones no se deben entender como lugares sino como estados de conciencia, como planos vibratorios que se van alcanzando conforme más alto se vibre. Se dice que son siete pero cada una tiene incontables niveles y grados vibratorios y su numeración es meramente ilustrativa.
Durante el paso por la tercera dimensión se olvida el ser humano del verdadero objetivo de la vida que es manifestar la energía divina que es su esencia. Al sentirse separado del resto de la creación tiene miedo, contrarrestándolo con la necesidad de reconocimiento, de control sobre los demás, de aceptación, de poseer, actitudes todas que conforman el ego. Se apega a todos los falsos placeres que le ofrece el mundo físico, lo que provoca que vuelva una y otra vez a él. Para trascender esta dimensión necesitará pasar por múltiples y variadas experiencias que le ayuden a desidentificarse con su ego y a reencontrar el sentido de unidad.
Una vez que pasemos la etapa en que ya no necesitemos reencarnar en forma humana, cuando ya hayamos vivido toda la gama de experiencias que nos lleven a erradicar el ego, seguiremos nuestro aprendizaje pero ya sin la necesidad de materializarnos.
Se pasa entonces a la cuarta dimensión cuyo vehículo será de más alta vibración y ya no sujeto a la muerte ni limitado por el espacio tiempo. Esto es lo que se entiende por resurrección. Después de aprender a actuar con verdadero amor y llegar al concepto de unidad con toda la creación se abre a la conciencia de la quinta dimensión en la que se obtiene la sabiduría o el conocimiento de las leyes cósmicas y la comprensión del plan de la creación.
En seguida se llega a la conciencia de sexta dimensión en la que se alcanza con mayor plenitud el don de la creatividad pero en total armonía con el orden cósmico. El final de esta dimensión es un movimiento hacia el entendimiento y la aceptación absoluta de que nunca hemos estado separados, hacia la unión con el Todo.
La séptima dimensión ha sido descrita como la fusión en el Todo y es imposible de describir, solamente la llamaremos Dios.
De lo que se trata en este proceso evolutivo es de ensanchar la conciencia, de abrirse a la propia luz, de despertar hacia lo que realmente somos.

LOS SIETE CUERPOS


El ser humano está constituido por varios cuerpos, cada uno de materia distinta en frecuencia vibratoria, que se interpenetran e interactúan y de los cuales el físico es el único que podemos percibir con nuestros cinco sentidos.
Son diferentes aspectos del ser y se consideran cómo estados de conciencia o capas energéticas. Todo obedece al pensamiento y los diferentes cuerpos de los que está constituido el ser humano son emanaciones del espíritu o conciencia en su acción pensante. Cada uno pertenece y actúa en una dimensión diferente, por lo tanto, somos seres multidimensionales, aunque actualmente solamente tenemos conciencia del plano físico.

El espíritu o conciencia pura se desdobla, al densificarse, en varios aspectos. La triada superior compuesta por el cuerpo espiritual o chispa divina, el cuerpo causal en el que se graban las experiencias recibidas durante todo el proceso de manifestación y evolución y cuerpo mental superior que es el que procesa los pensamientos que vienen del espíritu.
Siguen los cuatro cuerpos inferiores que son: el mental inferior que recibe los pensamientos egocéntricos, sigue el aspecto emocional o cuerpo astral donde se generan las emociones necesarias para vivir en el mundo tridimensional; a continuación el doble etérico que es el que recoge la energía universal que dará vitalidad al cuerpo físico.
Esto nos da un total siete cuerpos, cada uno correspondiente a una dimensión diferente.

Nuestros diversos cuerpos son en realidad capas energéticas de diferente frecuencia vibratoria.

El cuerpo físico es el más denso y opera básicamente con electricidad; está compuesto de materia física que es energía vibrando a muy baja frecuencia.
Está impregnado por su contraparte etérea o doble etérico que es el elemento indispensable para que sus átomos se cohesionen; ese elemento está presente en cualquier objeto formado de materia física. Como su nombre lo indica, es materia etérica que está constituida de energía universal cuya función es absorber esa energía para vitalizar cada átomo del cuerpo físico, de ahí que sea la perfecta réplica del cuerpo humano.
El doble etérico, llamado también cuerpo bioplasmático, en el momento de la muerte se desprende del cuerpo físico y después de algún tiempo se desintegra también. Estos dos cuerpos, que en realidad son uno, son la parte mortal del ser humano.
El cuerpo emocional o astral es el que le sigue en densidad; en él están depositadas todas las emociones, deseos, pasiones y sensaciones. Es el molde energético que da lugar al cuerpo físico, vive y actúa en los niveles del Astral y es de la misma forma que el físico pero de materia más sutil. En este cuerpo se generan las enfermedades para manifestarse luego en el cuerpo físico. Su vida dura mientras perdure el paso por la tercera dimensión. Está formado por ondas mentales y se contrae cuando necesita tomar otra forma, entrando en el cuerpo de la futura madre, quien al recibirlo va dándole forma con los nuevos genes, como resultado de las condiciones que el ser superior decide tomar para su nueva experiencia en el mundo físico.

Este cuerpo, en el que residen las emociones, se va elevando en vibración conforme se va reaccionando menos a éstas y se disuelve cuando se deshace el ego separatista, es decir, al acabar la experiencia de la tercera dimensión. Podemos decir que el cuerpo astral es el que nos sirve para ir y venir al mundo físico y que, una vez trascendida esa necesidad, desaparece.

El cuerpo mental en sus dos aspectos, sigue en sutileza y está compuesto de ondas mentales también, sirve para procesar los pensamientos, tanto los provocados por nuestros cuerpos inferiores, cuerpo mental inferior, como los que provienen del Yo superior o Espíritu, cuerpo mental superior. Pero mientras nuestra atención esté únicamente enfocada a los cuerpos inferiores no podremos tener acceso a los que provienen de los cuerpos superiores. Este cuerpo es el que hace el enlace entre ambos. En él se originan los pensamientos, las creencias, los conocimientos y se almacenan todos los pensamientos, los negativos y los positivos. Estos últimos son los que ayudan a hacerlo crecer y desarrollar. Su influencia sobre los tres cuerpos inferiores es decisiva. Estos se equilibran y perfeccionan cuando el cuerpo mental inferior se refina a través de la meditación, la auto observación y la transmutación de los pensamientos.
En el cuerpo mental inferior es donde se establecen los juicios y actitudes o estructuras rígidas en nuestro sistema de pensamiento. En él se forman los pensamientos nacidos del sentido de separación o ego, es decir, los que están basados el miedo de sentirnos solos y vulnerables. Son estos los pensamientos egocéntricos.
Cuanto más rígida se vuelve la sustancia de nuestro cuerpo mental, más difícil es fluir con la vida, aprender nuevas formas de vivir y adquirir nuevas ideas necesarias para progresar en nuestra carrera evolutiva. Nuestro cuerpo mental es el instrumento del que se sirve el espíritu para sutilizar los cuerpos densos. Es el punto de enlace entre lo material y lo espiritual porque la mente, con su acción pensante, es la que origina la calidad de la materia, es decir el estado de evolución de las manifestaciones física y astral, la que actúa en pro o en contra del equilibrio cósmico, responsable por lo tanto de las acciones del ser humano y de su reacción correspondiente, o sea de la causa y el efecto. Si la mente sutiliza sus pensamientos, la materia de los cuerpos inferiores se sutilizará también. Este cuerpo no desaparece, sólo va acelerando su vibración hasta recibir únicamente los pensamientos provenientes del Yo superior, que es amor, lo cual hará que su aspecto inferior se diluya y se convierta en luz.
Las acciones son conscientes y provienen del cuerpo mental mientras que las reacciones o las actitudes llamadas instintivas son provocadas por el cuerpo emocional. Se reacciona ante un estímulo emocional y se actúa obedeciendo a un pensamiento reflexivo. Las emociones como los pensamientos varían de vibración por lo que en ambos existen los negativos y los positivos. En el nivel de conciencia en el que se encuentra actualmente la humanidad se sigue reaccionando la mayor parte de las veces a los estímulos del cuerpo emocional.
El cuerpo causal es el que guarda todas las experiencias a través de las cuales el ser ha pasado durante el largo proceso de evolución. Cómo su nombre lo indica se relaciona con el mundo de las causas de donde sale la personalidad, las cualidades, tendencias y todo lo que ha adquirido el ser humano en el sendero del perfeccionamiento. Es también donde se inscribe el karma. Ahí están inscritas las tendencias y las capacidades contra las cuales y con las cuales deberá trabajar para progresar en el camino de la evolución.
Una vez purificados los cuerpos inferiores, el mental y el causal seguirán su ascensión hacia los planos superiores, convirtiéndose todos ellos en luz.
El cuerpo espiritual es el más elevado de todos y el que da origen a los demás. Para llegar a descubrirlo se tiene que trabajar en la aceleración vibratoria de los demás cuerpos. Es nuestra parte divina que tenemos que descubrir. La intuición es el reflejo de nuestra sabiduría proveniente del ser real o espíritu. De ahí emana la intuición que es más precisa cuanto más se abra el ser a su Yo esencial. Pero al estar más ocupados con los pensamientos provenientes del ego pocas veces escuchamos nuestras intuiciones.

El cuerpo físico se manifiesta en el plano de la percepción tridimensional. Es el plano donde el pensamiento es visible en la forma tridimensional llamada materia física.

Cuando el ser humano vive en el mundo físico toda su atención y su pensamiento se enfoca a este plano donde se expresa, olvidándose de las otras realidades de donde proceden sus otros cuerpos. Al salir del mundo tridimensional mediante el proceso de muerte física, el pensamiento ya sea que siga atrapado en esa dimensión y entonces vuelve a manifestarse en ella o eleva su vibración al siguiente plano de conciencia donde se sigue expresando; continúa el proceso de aceleración de la vibración de los cuerpos emocional, mental y causal, convirtiéndose todos ellos en luz y uniéndose finalmente al Creador.
De cada uno de estos cuerpos emana una aura que es el campo electromagnético que rodea a todo ser viviente.


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